Vista panorámica de la parroquia de San Mamede de Bragade (Cesuras)
A MODO DE PRÓLOGO
Cesuras es una población perteneciente a la comunidad gallega situada en la zona interior de la provincia de A Coruña (España). Allí nací y pasé mi primera infancia hasta que a la edad de cuatro años mis padres y yo emigramos a Catalunya.
Este fragmento de carácter descriptivo que os ofrezco hoy pertenece a uno de los capítulos de un libro que escribí hace algún tiempo dedicado a mi querido pueblo y cuyo título lleva su nombre: "CESURAS", inédito y con nº de asiento registral 02/2004/6894.
Hipotéticamente, atravesamos el túnel del tiempo y nos situamos en los inicios del siglo XX para observar desde nuestro presente una jornada familiar de aquella época.
Cesuras está a oscuras. A lo lejos se divisa una casa medio en penumbra, iluminada tan sólo por algún candil de petróleo o carburo. Un perro ladra en el exterior, sujeto a una cadena. Alguien se acerca a la vivienda con un quinqué en la mano, es una mujer de mediana edad; franquea la amplia puerta de madera, se adentra en el interior, atraviesa el largo pasillo húmedo y sombrío, en cuyo extremo, otro portalón de similares características comunica con el ala oeste de la casa. En el exterior se amontonan aperos de labranza. A la izquierda un pequeño habitáculo cobija una píara de cerdos, hacia allí se dirige la mujer dispuesta a dar de comer a sus marranos. Solamente alguna estrella que empieza a iluminar el cielo y el viejo candil dan visibilidad al lugar. Finalizada la tarea y siempre iluminada por la lamparilla la mujer se adentra de nuevo en el interior de la vivienda. A la derecha del pasillo se encuentra el establo y a la izquierda, la cocina. En una de sus esquinas está la lareira. El contínuo chisporroteo de leña encendida transmite un ambiente íntimo al hogar. Sus paredes solitarias y oscurecidas por el humo, el hollín de la chimenea, un largo y estrecho banco de madera situado delante del gran brasero y el horno justo enfrente. Por la parte interior de la chimenea y bordeando sus paredes cuelgan chorizos de la mantanza de invierno. El resto de la cocina, la componen una mesa rectangular, otro banco de las mismas caracteristicas, una pequeña alacena, el fregadero y una artesa vieja.
Desde el pasillo y a través de unos rústicos escalones se asciende al piso superior. A la izquierda del descansillo se abre una puerta . Es una de las habitaciones; tiene dos camas de idéntico tamaño que por sus elevados travesaños se asemejan a cunas grandes. Ambas camas están cubiertas por un gran manto de paja con un colchón encima cuyo relleno esta hecho a base de hojas tiernas extraídas de las espigas del maíz y puestas a secar con anterioridad. Justo al lado de la ventana se halla la jofaina y un pequeño espejo algo deteriorado. En la parte derecha del descansillo otra puerta da paso a la segunda habitación. Tres ventanas iluminan la estancia. También allí hay una jofaina y dos lechos, uno de los cuales difiere del resto, pues no lleva travesaños y esta cubierto por un colchón de lana de oveja. De una de las paredes pende un chinero destinado para guardar la loza nueva, en el lado opuesto una mesa de estructura rectangular repleta de ropa menuda cuidadosamente doblada a cuyos pies y por ambos lados dos bancos medio escondidos dan por completada la decoración del dormitorio. El suelo, de madera añeja y gastada, resplandece de limpio; se adivina que allí, la mano de la mujer, ayudada seguramente, por un cepillo de púas guesas, es la artífice de su mantenimiento.
La família que habita la casa está desgranando las últimas mazorcas de maíz y dando de comer al ganado. Se les ve cansados. Es el momento en que todos se reúnen en torno al fuego, sentados en el estrecho asiento de madera. Cada mañana van a recoger agua de la fuente para sus aseo personal, hacer la comida y otros menesteres. A esas horas de la noche ya les queda muy poca ; llenan un barreño de agua y la suben a las habitaciones para llenar las jofainas y poder lavar su cara al día siguiente.
Se acuestan pronto. Les espera una dura jornada.
Con el clarear del nuevo día, avisa con su insistente cacareo el gallo en el gallinero. La família se pone en pie, el ganado se impacienta y la rutina cotidiana se inicia. Tras el estrecho asiento que hay junto al brasero permanece amontonada leña que cada mañana utilizan para encender el fuego. Diariamente, la madre ordeña el ganado y separa la leche que han de consumir; la que sobra es utilizada para la elaboración de quesos que venderán en la feria de algún pueblo del contorno. La alimentación, es, casi en su totalidad, de producción casera. El pan, elaborado de forma artesanal a base de maiz, trigo o centeno, consigue mantenerse fresco en el interior del hórreo durante bastante tiempo, la carne, de mantanza propia, los huevos, las verduras y hortalizas frescas recogidas diariamente del huerto, la fruta de temporada...
Como cada mañana, la mujer se dispone a preparar un generoso desayuno a base de filloas y un buen tazón de leche recien ordeñada. Una vez los estómagos satisfechos, el marido y los hijos, con su guadaña y demás aperos de labranza, se dirigen al monte. Están en temporada de siega. Un monte vivo y bien cuidado, no hay malas hierbas ni tojo que lo cubra. A un lado y otro se perfilan senderos creados por el contínuo ir y venir de los labriegos del lugar. En sus caminos permanecen imprimidas huellas de carros y pisadas de ganado en busca del pasto diario.
La mujer, ya sola en la casa, sale al exterior de la era con un barreño abarrotado de ropa sucia. Al fondo hay un lavadero de generosas dimensiones, hacia allí se dirije dispuesta para proceder a su lavado; una vez límpia, la extiende sobre la hierba fresca para que el sol de la mañana consiga un secado y perfume especial. De vez en cuando, salpica las prendas con agua para evitar su acartonamiento. Algunas famílias no disponen de lavadero propio y acuden a uno comunitario no muy lejos de allí.
Poco después, ya cercano el mediodía, la esposa va también camino del monte. En un zurrón lleva comida y bebida para su gente.
2 ARTESA: cajón rectangular de madera más estrecho por el fondo que por arriba. Su tapa superior suele utilizarse para amasar el pan.
Desde el pasillo y a través de unos rústicos escalones se asciende al piso superior. A la izquierda del descansillo se abre una puerta . Es una de las habitaciones; tiene dos camas de idéntico tamaño que por sus elevados travesaños se asemejan a cunas grandes. Ambas camas están cubiertas por un gran manto de paja con un colchón encima cuyo relleno esta hecho a base de hojas tiernas extraídas de las espigas del maíz y puestas a secar con anterioridad. Justo al lado de la ventana se halla la jofaina y un pequeño espejo algo deteriorado. En la parte derecha del descansillo otra puerta da paso a la segunda habitación. Tres ventanas iluminan la estancia. También allí hay una jofaina y dos lechos, uno de los cuales difiere del resto, pues no lleva travesaños y esta cubierto por un colchón de lana de oveja. De una de las paredes pende un chinero destinado para guardar la loza nueva, en el lado opuesto una mesa de estructura rectangular repleta de ropa menuda cuidadosamente doblada a cuyos pies y por ambos lados dos bancos medio escondidos dan por completada la decoración del dormitorio. El suelo, de madera añeja y gastada, resplandece de limpio; se adivina que allí, la mano de la mujer, ayudada seguramente, por un cepillo de púas guesas, es la artífice de su mantenimiento.
La família que habita la casa está desgranando las últimas mazorcas de maíz y dando de comer al ganado. Se les ve cansados. Es el momento en que todos se reúnen en torno al fuego, sentados en el estrecho asiento de madera. Cada mañana van a recoger agua de la fuente para sus aseo personal, hacer la comida y otros menesteres. A esas horas de la noche ya les queda muy poca ; llenan un barreño de agua y la suben a las habitaciones para llenar las jofainas y poder lavar su cara al día siguiente.
Se acuestan pronto. Les espera una dura jornada.
Con el clarear del nuevo día, avisa con su insistente cacareo el gallo en el gallinero. La família se pone en pie, el ganado se impacienta y la rutina cotidiana se inicia. Tras el estrecho asiento que hay junto al brasero permanece amontonada leña que cada mañana utilizan para encender el fuego. Diariamente, la madre ordeña el ganado y separa la leche que han de consumir; la que sobra es utilizada para la elaboración de quesos que venderán en la feria de algún pueblo del contorno. La alimentación, es, casi en su totalidad, de producción casera. El pan, elaborado de forma artesanal a base de maiz, trigo o centeno, consigue mantenerse fresco en el interior del hórreo durante bastante tiempo, la carne, de mantanza propia, los huevos, las verduras y hortalizas frescas recogidas diariamente del huerto, la fruta de temporada...
Como cada mañana, la mujer se dispone a preparar un generoso desayuno a base de filloas y un buen tazón de leche recien ordeñada. Una vez los estómagos satisfechos, el marido y los hijos, con su guadaña y demás aperos de labranza, se dirigen al monte. Están en temporada de siega. Un monte vivo y bien cuidado, no hay malas hierbas ni tojo que lo cubra. A un lado y otro se perfilan senderos creados por el contínuo ir y venir de los labriegos del lugar. En sus caminos permanecen imprimidas huellas de carros y pisadas de ganado en busca del pasto diario.
La mujer, ya sola en la casa, sale al exterior de la era con un barreño abarrotado de ropa sucia. Al fondo hay un lavadero de generosas dimensiones, hacia allí se dirije dispuesta para proceder a su lavado; una vez límpia, la extiende sobre la hierba fresca para que el sol de la mañana consiga un secado y perfume especial. De vez en cuando, salpica las prendas con agua para evitar su acartonamiento. Algunas famílias no disponen de lavadero propio y acuden a uno comunitario no muy lejos de allí.
Poco después, ya cercano el mediodía, la esposa va también camino del monte. En un zurrón lleva comida y bebida para su gente.
2 ARTESA: cajón rectangular de madera más estrecho por el fondo que por arriba. Su tapa superior suele utilizarse para amasar el pan.
Bueno, Fina! Visitas al blog de determinard son muy hermosas, cada vez. Todos los buenos pensamientos y un muy buen año con la familia. Con respeto.
ResponderEliminarGracias, Cristian. Esos mismos deseos van también para tí. No obstante alguna entrada más haré antes de tomarme un descanso navideño.
ResponderEliminarUn abrazo
FINA
Bonita descripción del pueblo donde naciste y que ahora nos ofreces.
ResponderEliminarUn abrazo y feliz comienzo de semana.
Gracias, Rafael, y feliz inicio de semana también para tí.
EliminarPRECIOSO RELATO QUERIDA FINA, CON DESCRIPCIONES MARAVILLOSAS QUE HACEN DE TU TRAMA UNA PERFECTA NARRATIVA.
ResponderEliminarTE FELICITO.
UN BESO GRANDE.
Agradezco tus palabras, amiga Luján. Traté de ajustarme a la realidad de aquella época y mi mayor fuente de inspiración fue la que mis abuelos transmitieron a mis padres y ellos a mí.
EliminarUn abrazo fuerte
FINA
me recuerda los relatos de la abuela de mi señora, pues ambas son gallegas
ResponderEliminarsaludos
Pues es lógico que te lo recuerde, Omar. Mis fuentes de información son fehacientes, te lo aseguro. De hecho, en la vivienda de esta historia descriptiva vivieron mis abuelos, así que mayor fuerza verídica, no hay. La información llegó a mis padres a través de ellos y a mí a través de mis padres.
EliminarUn abrazo
FINA
Un relato imprescindible para conocer, siquiera parcialmente pero muy de cerca, el paisaje ambiental de tus primeros años.
ResponderEliminarMe ha gustado la 'lareira'. No conocía la palabra. Sí, la artesa.
Este relato me lleva a evocar los enclaves navarros de mis padres, que de cuando en cuando visitábamos los hijos.
Me ha encantado.
Un abrazo
Y yo encantada que te haya gustado, Pilar.
EliminarDesde Barcelona para tí va un beso
Fina
Me ha gustado tu relato, tus pormenorizadas descripciones llevan al lector a adentrarse de tu mano y visitar los paisajes de una tierra muy conocida por ti.
ResponderEliminarUn cálido abrazo
Las historias que van pasando de padres a hijos tienen estas hermosas posibilidades, amiga Sneider, poder describir de un modo muy fehaciente espacios, ambientes y formas de vida de hace un siglo y en mi caso más, poque nací en esa preciosa población de montaña, a la cual sigo retornando en época vacacional, alguna que otra vez.
EliminarUn abrazo
Fina
Precioso, entrañable relato, querida amiga, que nos retrotrae a tiempos de nuestras niñeces. Excelente en su faceta descriptiva.
ResponderEliminarMe ha encantado y emocionado. Un abrazo grande. María
Gracias ,María, hablar de las raíces de uno siempre producen emoción que se derrama en las letras y si he conseguido trasmitir algo de esa emotividad me doy por satisfecha.
EliminarUn beso y pasa un feliz día
Fina
Es una descripción detallista y perfecta. Me pareció entrar, de nuevo, en la casa de mis abuelos y no he podido evitar las lágrimas. Entre otras cosas gracias a ellos recuperé nuestro idioma.
ResponderEliminarMaravillosa, Fina.
Unha forte aperta.
¡Ah...!, amiga mía, emocionarse es maravilloso; y a mí, con tus palabras me hiciste volver a emocionar. Son recuerdos tan entrañables. Aunque mis abuelos murieron siendo yo muy niña, conviví mucho con ellos, y eso queda, queda arraigado en el corazón, querida Ohma. Gracias por compartir conmigo recuerdos tan lindos como estos.
EliminarDo meu corazón eu te mando tamén, unha aperta forte.
Fina
GRACIAS POR VENIR EL MARTES A COMPARTIR MIS VIVENCIAS, MIS RECUERDOS JUNTO CON EL TÉ... UN BESO GRANDE, ES UN PLACER PARA MI Y UN ESTIMULO PARA SEGUIR.
ResponderEliminarABRAZOS.
Y para mí un placer tenerte como seguidora, amiga Luján.
EliminarUn beso fuerte
Fina
UNAS IMÁGENES QUE ADENTRAN.
ResponderEliminarBESOS
Gracias Reltih.
EliminarUn beso para tí
Fina
Una descripción muy detallada e la vida rural en Galicia que no era muy diferente de la que existía en mi tierra,salvo por detalles como minifundio o el clima.
ResponderEliminarEra una forma de vivir dura,con pocas comodidades y pocas diversiones.Pero a mi me da que,en general,la gente era más feliz de lo que lo somos ahora.
Un placer Fina volver por tu blog.
Hola, Jerónimo,me pillas contestando a otro seguidor, lo cual quiere decir que acabo de ver tu comentario recién enviado al que paso a responder aprovechando la coyuntura.
EliminarA veces, igual que tú, pienso que, efectivamente, a pesar de la vida tan dura que llevaban entonces, en muchas cosas se vivía mejor. Ahora estamos inmersos en un mundo materialista, hemos dejado el lado humano al margen. tenemos muchas carencias de ese tipo. En fin, habría mucho de que hablar sobre este tema...
Te mando un abrazo
Fina
En primer lugar, bienvenido a mi blog, Francisco. Me alegra que te parezcan interesantes los temas que abordo. Procuraré pasarme por tu blog en cuanto pueda. Mientras te mando un abrazo cordial.
ResponderEliminarFina
Hola FIna: La sensibilidad de la tierra nos instruye a manar sentimientos. Bello y sentido, espero que el alcalde te aporte mérito a la obra.
ResponderEliminarUn abraciño,
Rosa María Milleiro
http://poemas-rosamariamilleiro.blogspot.com.es/
¡Uuuyyyyyyy...!, que más quisiera yo, pero bueno , nunca se sabe. Cuando viaje allá tendré que pasarme por el ayuntamiento, por lo menos enseñárselo, que, por cierto, ahora el ayuntamiento de Cesuras comparte alcalde con Oza de los Ríos. De todos modos agradezco tus palabras, Rosa María. Te mando un fuerte abrazo
EliminarFina
Un pueblo muy bonito con mucho encanto, sin duda un lugar para visitar,
ResponderEliminargracias por compartir.
Ya ha llegado el mes mas entrañable del año, cargado de alegrías para unos y lleno de nostalgias para otros por los seres mas queridos que ya no están, al mismo tiempo con la tristeza de todas aquellas personas sin hogar, de todo corazón deseo que la paz y la felicidad visiten tu casa y disfrutes de estas fiestas con tus familiares.
un abrazo.
Gracias, amigo Ricardo, y tengo que decir que sí, que es un pueblo precioso y emncantador para quien le guste la montaña, la naturaleza, y a mí me encanta. Y gracias también por tus deseos de felicidad en estas fiestas Navideñas, lo mismo te digo amigo mío. Se feliz en compañía de tus seres queridos.
EliminarUn abrazo
Fina
Que bonito es Lareira y cuanto me ha gustado conocer cosas desde tu perspectiva. Todas esas costumbres tan diferentes al lugar donde resido y eso lo hace aún más atractivo, amen de tu exquisita prosa.
ResponderEliminarFina, un abrazo grande y feliz semana
Hola, querida Pilar, hacía días que no sabía de tí, me alegra tenerte de nuevo por aquí. Me siento encantada que te haya gustado, hay mucho de emotivo en el fragmento; nací allí, eso lo dice todo.
EliminarTe mando un fuerte abrazo
Fina
Preciosa ciudad y excelentemente descrito. Los problemas de España me llegan al corazón pero su belleza jamás cambia. Diariamente os veo en la pantalla de mi televisión y pienso en ustedes con la esperanza de que pronto se encuentre una solución.
ResponderEliminarUn abrazo a la chilena desde una Copenhague eternamente nevada,
Ian.
Gracias, Ian, por compartir y por adherirte a la problemática económica y demás, no solo de nuestro país sino de muchos otros. Últimamente todo está muy dificil, pero bueno estamos en Navidad y no hay que perder la esperanza, sino mal lo llevamos.
EliminarUn fuerte abrazo
Fina
Muy bueno! Me ha encantado. Un abrazo
ResponderEliminarGracias, Alma, por compartir.
EliminarUn abrazo también para tí.
Fina
La lectura a menudo amplía perspectivas horizontes y hoy, desde luego, lo ha hecho.
ResponderEliminarUn abrazo agradecido, Fina.
Como tú muy bien dices, la lectura amplia horizontes.
EliminarOtro abrazo para tí, querida Laura
Fina
HOLA QUERIDA AMIGA
ResponderEliminarFELIZ DOMINGO PARA TI.
QUE TENGAS BUEN COMIENZO DE SEMANA.
MUCHOS BESOS
Gracias, y tú también.
EliminarBesitos, Luján.