LA VIEJA MILAGROS
A la vieja Milagros jamás la imaginé joven. Con su vestimenta negra y el eterno mandil, pasaba horas y horas dormitando en el banco de piedra que había justo al lado de la casa. Era la viva estampa de persona sufridora que aceptó su destino con resignación. Recuerdo sus ojos grises y apagados como un día de lluvia y cielo encapotado donde el sol, atrapado tras las nubes, parecía haber sido sometido a un castigo divino a causa de su derroche compulsivo de energía. Recuerdo también sus manos arrugadas y temblorosas, su boca de labios diminutos que jamás vi sonreír. Saludaba a todos sin excepción, aunque fuesen desconocidos; levantaba su mano izquierda, tal vez porque la derecha estaba agotada por el esfuerzo realizado en el transcurso de los años y languidecía débil sobre su regazo incapaz de alzarla, y con movimientos lentos, casi inapreciables, la mano zurda iba de un lado a otro al tiempo que pronunciaba aquella frase de siempre: "que a sorte os acompañe, filliños"/que la suerte os acompañe, hijos.
La vieja Milagros se casó muy joven. Fue un matrimonio pactado entre ambas familias. Tuvo tres hijos varones a los que dedicó su vida. Nunca pidió nada, pero tampoco supieron ofrecérselo. Con cincuenta años y unos vástagos ya crecidos se quedó sin el soporte masculino, aunque de bien poco le sirvió.
Lo que no podía imaginar la vieja Milagros es que con su viudedad, el silencio mantenido durante mucho tiempo por un insospechado enamorado se iba a romper. El enterrador del pueblo le confesó el amor incondicional que le profesaba desde su juventud. Era diez años má joven que ella, pero, ¡qué importaba! Milagros vio el cielo abierto, Milagros no sabía lo que era querer, ni sabía lo que significaba sentirse amada. Tenía que romper con todo, tenía que ser feliz por una vez en su vida. Decidieron vivir en "pecado", decisión que jamás le perdonaron sus hijos.
El enamorado Antón, que así se llamaba el enterrador, falleció diez años después. Milagros se hundió en la desesperación. Nunca más levantó cabeza.
Aquel verano, el banco de piedra donde se sentaba la anciana estaba vacío y la pequeña caseta ya no tenía guardian vigilante. Añoré su presencia. El crudo invierno había hecho mella en su gastado y débil metabolismo apagando su corazón para siempre. ¿Cuántos años tendría la vieja Milagros?, muchos, tantos como arrugas marcaron su rostro.
Hermosa historia con visos de verdad cosa propias de todas las tierras pero muy especialmente en la nuestra,
ResponderEliminarMuy bonito relato, así suelen ser muchas vidas y no sé por que me sentí arropado mientras leía tu bella forma de contarlo.
Besos
André
Es cierto, André, nuestra tierra es poseedora de muchas historias de este tipo y, aunque este relato es pura ficción, recuerdo que mi madre me contó alguna que otra historia de la época de mis abuelos y, sin ser igual que la que os ofrezco, si guardaba ciertas similitudes.
EliminarGracias por tus palabras y te mando un fuerte abrazo
Fina
Como lo dice tu lector Andrés, hermosa historia. Un microrelato que envuelve la vida de una mujer de vida sencill . La que tiene la oportunidad de vivir los contrastes del desamor y el amor. Personaje que brilla por su historia y tu forma de escribirla , para mí es una tierna historia. Gracias Fina por tu ragalo para nosotros tus lectores .Te abrazo.
ResponderEliminarCierto, Leticia, el personaje de mi relato vivió sin cariño, pero también tuvo la suerte de encontrar el verdadero amor de su vida y amar mucho. Arriesgó y fue feliz, aunque pagó un precio alto, el olvido de sus hijos.
EliminarUn gran abrazo
Fina
¡Cuántas vivencias parecidas encontramos entre nuestros mayores...!
ResponderEliminarUn abrazo.
Es cierto, Rafael. Seguro que todos hemos escuchado historias similares o parecidas de nuestros mayores.
EliminarFeliz fin de semana y un afectuoso abrazo
Fina
Una historia conmovedora, amiga Tina, lo bueno de todo fue que la vieja Milagros al final conoció el amor, con el enterrador. Muy buen relato, felicidades, gracias por compartir.
ResponderEliminarSaludos.
Feliz fin de semana.
Lola Barea.
Es cierto, Lola, lo grande de esta historia es que la protagonista pudo llegar a ser feliz a pesar de pagar un alto peaje.
EliminarFeliz fin de semana también para ti
Fina
Pero esos 10 años le hicieron la vida. Fue un pecado maravilloso, con lo que se le quita lo pecaminoso : ) Te quedó hermosísimo.
ResponderEliminarMuchos besos, bella Fina. Feliz fin de semana!!!
Por supuesto que si, maravillosos pecado, tanto que para mi pierde el nombre de pecado.
EliminarFeliz fin de semana, Sara
Fina
TOTALMENTE DE ACUERDO CON SARA. EXCELENTÍSIMO RELATO.
ResponderEliminarUN ABRAZO
Gracias, ReltiH.
EliminarUn abrazo y disfruta del fin de semana que se inicia.
Fina
Me hiciste llorar....
ResponderEliminarBella historia y bien contada
Un abrazo de fin de semana
Me alegra que te gustase, Natali, y, bueno..., que esas lágrimas fuesen de las que causan agrado...
EliminarFeliz domingo
Fina
Muy buen relato Fina.
ResponderEliminarRealmente podemos identificar al personaje en nuestra sociedad.
Vuelvo y deseo para ti un venturoso nuevo Año.
Abrazo.
Seguro que sí, que existen o existieron muchas historias similares en el mundo real.
EliminarGracias por tus buenos deseos, Elsa. Lo mismo para ti
Un abrazo
Fina
Tierno relato y auténtico...he recordado otros parecidos...
ResponderEliminarBien explicado, Fina.
Un abrazo y feliz domingo
Es cierto, Esencia, lo que nunca se le podrá atribuir a esta historia es un cariz surrealista.
EliminarUn abrazo
Fina
Me encantó! :)
ResponderEliminarMuchas gracias, Stephanny.
EliminarUn saludo
Fina
Una historia preciosa la de la vieja Milagros.Una vida, como otras muchas, sin aliciente, de rutina y resignación pero que, al contrario que la mayoría, tuvo su recompensa final en un amor de verdad.Al menos en una etapa de su vida fue feliz.
ResponderEliminarAbrazos Fina
Una historia preciosa la de la vieja Milagros.Una vida, como otras muchas, sin aliciente, de rutina y resignación pero que, al contrario que la mayoría, tuvo su recompensa final en un amor de verdad.Al menos en una etapa de su vida fue feliz.
ResponderEliminarAbrazos Fina
Pues si, esos años de felicidad, después de todo lo vivido, eran más que merecidos para la vieja Milagros.
EliminarTe mando un abrazo
Fina
Una historia fabulosa, me ha gustado mucho y me ha quedado esa incógnita ¿dónde estará la vieja Milagros? ¿qué habrá sido de ella?
ResponderEliminarBueno.., la vieja Milagros se fue al mundo que todos desconocemos porque no pudo soportar la ausencia de su amado Antón. Pero se llevo con ella diez años maravillosos.
EliminarUn beso, Ester
Fina
Yo he conocido a alguna que otra "Vieja Milagros" aunque, creo que afortunadamente, ya es una especie en extinción.
ResponderEliminarBello y muy bien construido microrelato, querida Fina. Siempre es un gusto visitarte y leerte, amiga.
Un abrazo grande. María
Por la edad que tenemos tú y yo, Maria, es fácil haber conocido alguna que otra Milagros; y dices bien, por suerte es una especie en extinción.
EliminarGracias y disfruta del fin de semana que se acerca con el paisaje de nieve que nos esta regalando la naturaleza.
Fina
Precioso y muy bien escrito, amiga Fina. Puedo imaginarme a esta mujer que se llamó Milagros, pero nunca entenderé el derecho que algunos hijos creen tener sobre sus padres. Al menos tuvo una década en la que ser feliz, pues siempre existe la posibilidad sencilla y plena de amar contracorriente, y de aprovechar la oportunidad cuando se presenta, en vez de permanecer como mera espectadora, sentada en un banco, saco la conclusión de que estar en paz con uno mismo es más importante que la opinión de los demás.
ResponderEliminarUn abrazo.
Pues fíjate, Loli, que a medida que iba estructurando este relato, decidir su desenlace, etc, me formulaba a mi misma preguntas sobre este tema, como por ejemplo: ¿ tienen los hijos derecho a opinar sobre las decisiones que toman sus padres en cuestiones de pareja?, porque, claro, los padres en el caso contrario, suelen/emos mantenernos al margen, respetar sus decisiones e intentar comprenderlas y, simplemente, nos dedicamos a aconsejar, escuchar y ayudar siempre, buscando unicamente la felicidad de ellos. Creo que los hijos de Milagros fueron unos grandes egoistas y nunca entendieron esa búsqueda de la felicidad que su madre protagonizó y que tanto necesitó y finalmente encontró con el enterrador.
EliminarComo tuú dices, estar en paz con uno mismo es más importante que la opinión de los demás.
Un fuerte abrazo y disfruta del fin de semana, Loli
Fina
Buenos días Fina, paso para dejarte un saludo y desearte un bonito y feliz fin de semana.
ResponderEliminarUn fuerte abrazo amiga.
Gracias.
Lola Barea.
Un abrazo y feliz finde también para ti, Lola
EliminarFina
TODA UNA VIDA, O VIDAS. EXCELENTE TEMA.
ResponderEliminarABRAZOS
Gracias, ReltiH
EliminarUn abrazo
Fna
Milagro de amor, como su nombre, revivió con amor, se desgastó por él.
ResponderEliminarAbrazos
Muy bien puntualizado, Alicia. La cara y la cruz del amor.
EliminarUn abrazo y feliz inicio de semana
Fina