domingo, 26 de abril de 2015

AL FINAL DEL TÚNEL (CUENTOS Y RELATOS BREVES 21)

SIURANA DE PRADES ( OCTUBRE 2014)




AL FINAL DEL TÚNEL



El tiempo transcurría dejando constancia al paso. La tormenta empezaba a hacer mella en su cuerpo. Una lucha de pensamientos bloqueaban neuronas que vagaban sin capacidad de reacción, atolondradas por tanta marabunta. Debía tomar una decisión, enfrentarse a la nueva realidad, desprenderse de aquel equipaje; no era cuestión de esperar más o desfallecería.

Su cuerpo estaba débil y sin fuerzas. Había perdido varios kilos. Observó a través de la cristalera. Era una mañana clara del mes de abril. El sol regalaba sus primeros efluvios de luz invitando a acompañarle. Con ambas manos a la par y en un solo movimiento, empujó las dos correderas, una hacia la derecha y otra hacia la izquierda y, como si le faltase el aire, respiró en profundidad el aroma de la mañana. No tuvo conciencia del tiempo que permaneció deleitándose con aquella imagen que durante tantos meses había ignorado: la campiña, despertando a la primavera con florecillas que retoñaban pincelando su verdor, los majestuosos eucaliptos, el murmullo del riachuelo que era como una caricia para los sentidos, las entrañables casas del pueblo. Qué locura fue aquella que tan ciega la mantuvo. Acercó sus manos a la cara, rozó la comisura de los labios; estaba sonriendo, ¡sí!, sonreía por dentro y por fuera. Un flujo de sangre corría impulsivo por sus venas, ¡ahhhhhhh!, cuántos días de vida malgastados, perdida en negros abismos, pero ya no. Sabia que aquello era un punto y aparte, y sabía, también, que no estaba sola. Sus mejores amigas, Sandra y Julia, habían hecho todo lo indecible para que saliese de aquel pozo, y sus compañeros de trabajo, tan considerados siempre, pero, en especial, su madre, a la que tanto había hecho sufrir. ¡Cuántas veces debió llorar en silencio!, pero siempre estuvo ahí, dándole fuerzas, haciéndole ver que tras aquel cristal opaco donde la desesperanza había enraizado existía otra vida, su vida. Recordó el día que tocó fondo: la visita al psicólogo, el tratamiento posterior que la obligó a dejar temporalmente su trabajo de asesora comercial; ¡tres meses ya! Decidió llamar a su madre. tenía que hacerla partícipe del cambio experimentado en su interior. No era el momento oportuno y lo sabía, pero necesitaba hablar con ella, decirle...

-     Confecciones Martín, ¿digame?

-     Hola, buenos días, ¿podría avisar a Herminia López, si es tan amable?

-     ¿De parte de quién?

-     De su hija

-     Un momento, por favor.

-     Gracias


Pocos minutos después escuchó la voz de su madre.


-     Hola, mi amor, ¿ocurre algo, ¿estás bien?, dime, ¿estás bien?

-     Sí, mamá, estoy bien, no ocurre nada malo, todo lo contrario, por eso te llamo, para decirte.., para decirte que he visto claro, mamá, que todo va a cambiar a partir de ahora, todo, todo. Te llamo porque necesito recordarte lo mucho que te quiero, darte las gracias por  estar ahí, por ayudarme, porque deseo pedirte que me perdones; se que te hice sufrir y tú no merecías eso, mamá...

 -    ...

-     ¿Mamá...?, ¿mamá?, ¿estás llorando?, ¿mamá...?

-     No lloro, mi niña, no lloro, bueno, sí, pero son lágrimas dulces, no te preocupes, son lágrimas dulces. Te quiero tanto y me estás haciendo tan feliz, tan feliz...

-     Lo sé, mamá. Volveremos a sonreír, ya lo verás. Hoy empieza todo de nuevo.

-     Mi niña, mi niña...

-     Mamá...

-     Mi niña.

Te quiero mucho, mamá.



Poco a poco empezó a sentir una agradable paz interior. Preparó la bañera con esencia de rosas y se introdujo en aquel pequeño paraíso espumoso y revitalizador dispuesta a disfrutar del mayor relax de su vida. Al cabo de media hora, con la piel de pies y manos contraída por la excesiva exposición al agua, decidió dar por finalizado su baño. Era otra. Se puso el albornoz, recogió su rubia cabellera en una coleta alta, descendió las escaleras que daban a la planta baja y cruzó el pasillo que accedía a la cocina. En unos minutos la estancia empezó a tomar vida: sonidos de tostadora, aroma de café, música ambiental. Sobre la mesa ovalada fue colocando los cubiertos, una servilleta y una bandeja con tres tostadas de mantequilla y mermelada de ciruela, una generosa porción de bizcocho elaborado por su madre, un tazón de café con leche bien caliente y, su debilidad, un zumo de naranja recién exprimido. Milagrosamente se lo comió todo a pesar de lo deshabituado que estaba su estómago después de mantenerlo casi en cuarentena durante días y días. Para ella se convirtió en un placer, una comunión entre cuerpo y mente. Al finalizar, y sin un ápice de pereza, recogió los utensilios, aderezó la cocina y cuando todo estuvo perfectamente límpio y organizado se dirigió de nuevo a la habitación, ubicada en la primera planta. Abrió el armario y sin dudarlo un instante, echó mano de unos pantalones vaqueros color verde, una camiseta estampada con tonalidades que combinaban a la perfección, se calzó unas deportivas, se miró en el espejo y sonrió. Al poco tiempo estaba en el exterior, dispuesta a desprenderse definitivamente de aquel equipaje cuyo peso, milagrosamente, había menguado casi en su totalidad.

La frondosidad de aquellos parajes dibujaba un edén donde la paz y la ensoñación regían el tiempo y el espacio. La cascada del Cerro era uno de los lugares más emblemáticos del lugar. Los habitantes del pueblo la denominaban " Cascada de la triple vertiente" porque sus aguas se deslizaban a través de tres desniveles de montaña completamente verticales y paralelos, separados entre sí por un pequeño tramo horizontal en forma de escalera.

El recorrido transcurria por un estrecho sendero, exceptuando los últimos cincuenta metros en los que se hacía necesario adentrarse en el bosque. Era un pequeño  tramo ascendente bastante peliagudo, pero a María no le importaba. Tenía un misión que cumplir.

El viento sopló con fuerza soliviantado ante aquel peso que arañaba sus alas, la hojarasca, desconcertada y perdida, deambulaba de un lado para otro sin control, mientras el ramaje de eucaliptos y pinares luchaban por enderezar su esbeltez sin comprender la inesperada invasión; pero, poco a poco, en actitud bondadosa y casi como pidiendo perdón, el inoportuno vendaval se fue alejando cediendo paso a una brisa suave y acariciadora.

Aquel equipaje había tomado, por fin, otro camino, un camino de no retorno. El profundo desfiladero, donde desembocaban las aguas de la gran cascada, fue su destino, un destino donde se anegarían definitivamente horas y horas de insomnio, lágrimas, heridas sin cicatrizar, lamentos, desconsuelo y, sobre todo, aquel nombre impronunciable que en sueños acudía a visitarla noche tras noche, forzando la puerta del subconsciente para jactarse de su decadencia emocional, mientras acariciaba otra piel y besaba otros labios.

María emprendió el camino de vuelta sin equipaje y con el corazón lleno de sueños y vida.

domingo, 19 de abril de 2015

VIENTO ( VERSOS CON ALMA 69)




VIENTO
(Verso libre)


Igual que amante infiel vienes y vas

envuelto en piel de angora

o espinas de rosal,

azaroso, bienhechor,

hurtador de secretos,

danzarin que arrullas al mar,

que desnudas al cielo,

que arañas tierra para emborrachar tu piel,

que repartes heridas, anegas telarañas,

 regalas sed,

viento de ausencias y esperanzas,

ladrón de alientos,

viento que borras silencios de amanecer,

viento, amigo de poetas, 

viento.


 

martes, 7 de abril de 2015

CUANDO PLATEEN MIS SIENES ( VERSOS CON ALMA 68)





CUANDO PLATEEN MIS SIENES
 (VERSO LIBRE)




Cuando plateen mis sienes

ocultaré la pena en las entrañas del mar,

y cazaré mariposas para cubrirme de vida;

cuando plateen mis sienes

te buscaré en aquel rincón

donde plantamos rosas,

recogeré las hojas secas que cayeron del alma

para no alimentar fríos de invierno;

cuando plateen mis sienes

dibujaré haces de luz

en el corazón de una cometa

y en sus alas traspasaré el horizonte

que el otoño arrancó de mi piel;

cuando plateen mis sienes

escalaré las cimas de la luz

y volaré.



Cuando plateen mis sienes.