UN TIEMPO SIN TIEMPO
El mundo avanzaba inmerso en un caos absurdo. El pensamiento humano, acuciado por la desesperanza, navegaba a la deriva en busca de su horizonte perdido.
En aquel mar de aguas turbias, dos entes invisibles medían sus fuerzas luchando con la palabra. Poseedor de una mirada enigmática y sonrisa ladina, el más corpulento de los entes regalaba improperios a diestro y siniestro mientras su compañero, de talante apacible, trataba de hacerle entrar en razón.
- Estás ignorando las consecuencias de tus propias enseñanzas, ¿ por qué no miras a tu alrededor?, el mundo se desangra por los cuatro costados.
- ¿Y qué?, ¿no sabes que soy la gran fuerza, el gran maestro del ser humano?, me sigue a todas partes, me idolatra.
- Tu poder es ignorancia y no te das cuenta.
- ¿Qué quieres?, ¿qué me asemeje a tí? Cada vez pierdes más adeptos, no te hacen caso, compañero, vives en una constante utopía.
- Las fuerzas del bien son infinitas.
- Y las mías invencibles.
- Lo infinito no muere, de lo invencible habría mucho que decir. Puede resquebrajarse y envejecer para terminar despareciendo.
De pronto se escuchó un gran estruendo.
La tierra, en su delirio, fue catapultada bajo las entrañas de los rojos abismos. La humanidad despertó de aquel sueño tétrico caminando por los mares en busca de la tierra perdida. En los altiplanos la vida nacía a la primavera, una primavera sin flores ni sonrisas.
- María, ¿María?, ¿María, que te sucede?, María, despierta, mi amor, despierta.
- ...
- María, estás temblando.
- He tenido una horrible pesadilla, Carlos. He soñado que el mundo se resquebrajaba, y que una fuerza sobrenatural abría caminos en el mar y de sus profundidades surgía vida humana. Alguién les guiaba. Decía que se dirigían hacia un mundo nuevo, una sola ciudad donde las fronteras no existían. De pronto me sentí rodeada de seres humanos. Parecían robots que se dejaban llevar por aquel líder enigmático y extraño. Todo era de color gris y negro, nadie sonreía. Intenté tomar la dirección contraria, pero una fuerza misteriosa me empujaba y me empujaba hacia aquel ejército de muchedumbre sin raciocinio. Quise gritar, gritar, gritar, pero mi voz.., mi voz.., ¡oh, Dios mío!, mi voz...
Volví la mirada hacia atrás. No vi ni una sola huella. Estaba recorriendo el camino de la nada.
- Tu poder es ignorancia y no te das cuenta.
- ¿Qué quieres?, ¿qué me asemeje a tí? Cada vez pierdes más adeptos, no te hacen caso, compañero, vives en una constante utopía.
- Las fuerzas del bien son infinitas.
- Y las mías invencibles.
- Lo infinito no muere, de lo invencible habría mucho que decir. Puede resquebrajarse y envejecer para terminar despareciendo.
De pronto se escuchó un gran estruendo.
La tierra, en su delirio, fue catapultada bajo las entrañas de los rojos abismos. La humanidad despertó de aquel sueño tétrico caminando por los mares en busca de la tierra perdida. En los altiplanos la vida nacía a la primavera, una primavera sin flores ni sonrisas.
- María, ¿María?, ¿María, que te sucede?, María, despierta, mi amor, despierta.
- ...
- María, estás temblando.
- He tenido una horrible pesadilla, Carlos. He soñado que el mundo se resquebrajaba, y que una fuerza sobrenatural abría caminos en el mar y de sus profundidades surgía vida humana. Alguién les guiaba. Decía que se dirigían hacia un mundo nuevo, una sola ciudad donde las fronteras no existían. De pronto me sentí rodeada de seres humanos. Parecían robots que se dejaban llevar por aquel líder enigmático y extraño. Todo era de color gris y negro, nadie sonreía. Intenté tomar la dirección contraria, pero una fuerza misteriosa me empujaba y me empujaba hacia aquel ejército de muchedumbre sin raciocinio. Quise gritar, gritar, gritar, pero mi voz.., mi voz.., ¡oh, Dios mío!, mi voz...
Volví la mirada hacia atrás. No vi ni una sola huella. Estaba recorriendo el camino de la nada.